AÑO NUEVO.-
¡Bien!, uno de enero, sin apenas descansar de los ágapes pesados de grasas, de bebidas espirituosas y menos, de muecas disimuladas, ahora como por arte de birlo birloque nos enganchamos a un nuevo año.
¡Vamos a ver! Yo considero como algo nuevo aquello que no está manchado, ni roto, o tenga tara alguna. Cada año nos lo quieren vender como nuevo y lo primero que hacen los políticos es poner remiendos a un traje hecho trizas, recomponer la botonera de la camisa, planchar y sacar la raya a un pantalón deslucido, abrillantar unos zapatos otrora de charol.
Estamos inmersos en un gran túnel del que nadie ve la salida, caminamos a ciegas confundidos por la oscuridad que nos invade, despacio, muy despacio, orientándonos de oídas, palpando las sucias paredes para no perdernos en este intrincado laberinto y como entremés nos presentan un plato de hierbas amargas, a la usanza judía.
Nadie escucha una sola palabra de aliento, de esperanza. Es difícil apuntar en esa dirección, pero no es menos real que un líder debe poseer virtudes en arengas y sobre todo en el ánimo de su gente.
El enfermo está grave, muy grave, -normal- pero estamos seguros de que saldrá adelante, primero por experiencia profesional, segundo por la fortaleza del cuerpo, del pueblo. Si los cirujanos no se ponen de acuerdo y las discrepancias son continuadas, la desconfianza se adueña de todos en tanto el enfermo termina por entrar en una crisis irreversible, ante nuestra pasividad.
Toda cirugía tiene dos partes, la primera de extirpación y una segunda de regeneración o recuperación. Ambas igual de importantes.
Darle al paciente ánimos, observar ante él una conducta agradable, amena, sin duda disminuye la ansiedad, el pánico.
El pueblo no es tonto, la gente reconoce enseguida los síntomas de una gripe, de una úlcera… y no porque calle, otorga.
Cuando preguntan en encuestas callejeras de muchos programas de relleno, también, porque no, un poco más serios sobre temas candentes como los que ahora nos atañen yo digo “No me pregunten a mi sino a los que recibieron mi voto, en los que deposité mi confianza, que ya hasta dentro de cuatro años no se van a interesar por mis necesidades “mi voto”. Es inútil pretender que te atiendan sin que antes hayan camuflado sus propuestas electorales con “un sí, pero no”.
Me voy a celebrar la “escalera”. Viva San Fermín.
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