JUGANDO CON SEÑAS
FALSAS.-
En el mus valen las
señas legales, está permitido engañar, no vale mentir, a partir de
ahí todo es subrepticio. No se admiten encimeros y la jugada se
limita a eso, envites, pasos,,órdagos con las palabras precisas, los
revoques, los niegues y los achiques no tienen vuelta atrás, la mano
es la que manda.
Y esto, ¿a qué
viene?
Sencillamente: en
política, donde nos jugamos amén de la honrilla, del dinero cuando
está de por medio, del bienestar de nuestros confiados ciudadanos,
el porvenir de un país, la salud, la educación, la vivienda, estas
sencillas reglas son omitidas olímpicamente, se niega una jugada
por intereses y se corrige con olvidos muchas veces intencionados con
lo que conlleva un tanteo para el astuto y una merma en el marcador
el jugador legal.
Los perdones cuando
la causa es maliciosa no regularizan nada si no hay una reposición
real del error cometido.
Nos jugamos el
envite al no a la reforma laboral, a los recortes en todos los
terrenos, y cuando vemos las cartas boca arriba, achacamos nuestra
posición equivocada a un equivoco, a “un pensaba que iba a otra
jugada”…
Seamos serios. O nos
centramos en el juego, en este caso concreto en nuestro deber de
trabajar con conciencia, con concentración en las labores
comprometidas o nos dedicamos a la farándula u otros esparcimientos
sin compromiso alguno.
Hagamos oposición
consciente con lo que conlleva de ganar o perder una baza y admitamos
que entra dentro de una coyuntura el perder
No sirve de nada un
planteamiento osado si luego con las circunstancias sobrevenidas no
tenemos arrestos para darle la vuelta a la situación, más por falta
de convencimiento y de intereses mediáticos, que por mor del azar en
la partida.
Cualquier
afirmación, cualquier programa es susceptible de transformarse en lo
antagónico y justificarlo incluso por el bien para el pueblo, la
cuestión de Estado...
Los locos dicen las
verdades, pero nos dan una pista de donde escondernos, de que postura
tomar con antelación suficiente, pero el mentiroso compulsivo es
imprevisible y ante sus actuaciones nos coloca en una posición muy
vulnerable.
Si alguno no lo “ha
cogido” estoy hablando de la política que sufrimos en Navarra y
por ende en España. En ambas mesas las parejas son las mismas.
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