MADRE.-
(a
mis madres, Ramona y Margarita)
Madre
no hay más que una
porque
son tan ínclitas
que
ocupan tierra y luna.
Saben
y comprenden
-
ciencia infusa -
alegrías,
dolores
tristezas
y sinsabores,
calladas
siempre,
sabedoras
de cuitas, de amores
pendientes
de todo, de todo pendientes
amantes
quedos
de
muchos sufrires.
En
su sitio,
como
estatuas eternas,
antes
de que la tierra exista,
descubiertas
cuando el aprieto agobia
cuando
el amor se extingue
cuando
la esperanza es exigua
último
recurso, de olvidos de amor,
de
pesares sin remedio
con
la confianza llena
en
un mundo de beatitud plena.
No
angustia en ellas la desesperanza,
con
la experiencia de vidas rotas,
con
futuros dañados, sin yerro alguno.
custodian
en silencio
que
ninguno entendemos
deseos
hermosos,
un
mundo futuro
que
rompemos sin pudor
henchidos
de orgullo,
obviando
pasados
de
práctica sabiduría
en
sacro mutismo.
Lloramos
en su muerte,
creyentes
de que esas lágrimas
harán
rebrotar lo que antes tuvimos
todo
inútil
todo
tiene su momento.
Quizás
desperdiciado.
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