HOY
TENGO GANAS DE TI.-
Paseo
por la alameda con tranquilidad meridiana, aprovechando el tiempo de
sol que nos brinda la mañana, esquivo en otros días.
Tengo
la cabeza atolondrada de excesos etílicos de la noche pasada, la
garganta áspera, los ojos legañosos. Con gran despreocupación
observo la gente alocada por la calle para llegar al autobús, oigo
el estruendoso ruido de las bocinas manejadas por conductores al
borde del infarto, las mujeres con silletas donde transportan sus
bebes unos aún dormidos, otros con un berrinche frenético y lo tomo
como un descubrimiento porque hoy no tengo nada que hacer y hasta
ahora no me había apercibido que esto es la rutina que yo cometo
todos los días.
En
esto, en una ojeada distraída y monótona me fijo en ella, estaba
allí, elegante, con su talle refinado, con su vestido de color verde
oscuro ¡quién sabe de Valentino o de mengano! elegante, altiva,
provocadora, con un diminuto pero coqueto gorro fucsia, posada sobre
alfombra roja, diminuta, pero para ti sola. Observándote quedamente
acuden a mi memoria, grandes instantes de alegría, de jaranas
nocturnas, de guateques juveniles, de almuerzos jocosos, de comidas
navideñas, festivas, donde tú nunca faltabas y en caso contrario,
todos te echábamos en falta.
Has
sido consoladora de penas, de romances rotos, compañera inseparable
de andadas montañeras, de reposos sosegados a la vera de un nítido
río, a la fresca de hayas y chopos, alivio para sofocos de trabajos
arduos a la solana. Nunca has solicitado nada y siempre dispuesta al
servicio.
Te
hemos tratado mal acusándote de resacas, de dolores de cabeza, de
haber echado los potxokos, pero ahí has estado al día siguiente
expedita para reponer ánimos.
¡Por
Ellas! ¡Por las más bellas! ¡Por las botellas!
ANDARIN.-
Decías
cuando bebía
que
arribaba caliente
y
en la cama no sientes
lo
mucho que te quería
la
confianza que te tengo
dejándote
alguna vez
confiado
en tu honradez
certeza
que aún mantengo
la
pagas con grandes gritos
que
apenas si los discierno
y
me asemeja un infierno
cuando
yo me quedo frito.
Rumias
que no te idolatre
por
venir acera, acera
sé
que larga es la espera
me
conoces: “un desastre”
Borrachos
y los niños
dicen
siempre
aunque
juzgues veleidades
no
olvidan los cariños.
Poseo
yo muchos amigos
compañeras
no afectas
pero
nunca son selectas
como
tú mi fiel abrigo
Pueden
ser muy inconexas
las
palabras cuando arribo
que
en tu rostro concibo
con
lágrimas espesas.
Solo
me resta amnistía
con
tu esperanza paciente
con
mi pretexto inocente:
“mañana
será otro día”
CALVO.-
Algo
es algo, decía un calvo
esperanza
paciente de rebrotes verdes
tan
de moda hoy en día
tan
remoto en la lejanía
en
su infierno ralo
de
su frente extensa
de
sus rizos tardos.
No
tiene caspa
que
tan poco es moco
se
consuela con otros
de
igual ralea.
Se
conforta jocoso
con
pelones espesos
exhibidores
de greñas
sabedor
sapiente
que
pasados los años
ELEGÍA
A LA PATATA.
Un
contertuliano en un bar
viendo
a un humilde aldeano
comer
papas campechano
con
mucho gusto y sin parar
le
dijo con mucha sorna
“esto
comen los muy cerdos
y
llegan a ser lerdos
que
siempre abochorna”.
Su
respuesta procesa
eructo
muy flatulento
siguiendo
el comer lento
tan
tranquilo en su mesa.
El
aldeano con paciencia
y
sin rapidez alguna
con
rutina gatuna
expone
sabidurencia.
“Patatas
y la berza
tu
madre gloria decía
y
todos os la comías”
con
enorme presteza.
Harto
de grande porfía
en
riojana no reniego
y
en tortilla no te digo
para
comer cada día.
Me
gusta en calderete
también
en la menestra
con
bacalao demuestra
su
bien estar permanente.
A
lo que te quitó el hambre
nunca
jamás reniegues
no
sea que tu mengues
producto
de mal hombre
Las
angulas no te alcanzan
y
la merluza tampoco
las
carnes comes poco
con
patatas todos gozan.
Callóse
el contertuliano
ante
sabiduría aldeana
que
sobre comida sana
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